En una operación conjunta llevada a cabo la noche del 5 de junio de 2024, el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Guardia Nacional desalojaron a más de 500 migrantes, en su mayoría de origen haitiano, de la Plaza Giordano Bruno en la colonia Juárez de la Ciudad de México. Este desalojo, motivado por la presencia de un campamento improvisado, marca otro capítulo en la continua gestión de migración en el país.
Los migrantes, quienes habían llegado con la intención de regularizar su situación migratoria ante las autoridades mexicanas, fueron trasladados en autobuses hacia diversos destinos. Algunos fueron llevados a albergues en Huixtla, Chiapas, administrados por el DIF, mientras que otros podrían enfrentar deportación hacia sus países de origen, como parte de las medidas adoptadas por las autoridades para manejar el flujo migratorio.
La operación de desalojo fue acompañada por brigadas de limpieza del gobierno de la ciudad, quienes comenzaron a retirar las tiendas de campaña una vez que los migrantes fueron trasladados. Este desalojo no es un caso aislado, ya que refleja la presión constante sobre los recursos de acogida y la infraestructura de apoyo a los migrantes en la capital mexicana, exacerbada por cambios recientes en políticas migratorias tanto en México como en Estados Unidos.
La situación migratoria en la región ha estado marcada por fluctuaciones significativas, incluyendo reducciones en los encuentros de migrantes en la frontera suroeste de Estados Unidos y un aumento en las detenciones de migrantes por parte de las autoridades mexicanas. Estos desarrollos han generado debate sobre la efectividad y las implicaciones humanitarias de las políticas adoptadas para controlar el flujo migratorio en la región.
El desalojo en la Plaza Giordano Bruno subraya la complejidad y sensibilidad de la gestión migratoria en la región, con repercusiones directas en la vida de miles de personas en busca de mejores oportunidades y seguridad.
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